Una firmita... por favor

Uno de los fundamentales pasos que deben de realizar los miembros de los sindicatos en la víspera de las elecciones, es la constitución de las listas. Esta misión, que en otras circunstancias sería un mero trámite, se vuelve una misión casi imposible en algunos casos y tiene como consecuencia la ausencia de algunas formaciones en determinados comités.

A este esfuerzo dedican mucho tiempo los líderes sindicales y es habitual buscar candidatos de relleno ya que se da por sentado que ninguna formación sacará la mayoría absoluta en algún comité. De ese modo, descubrimos que los últimos componentes de las listas son convencidos con la excusa de que nunca saldrán elegidos y además hacen un mínimo aporte a la estabilidad de su organización sindical en momentos de necesidad.

Durante todas esas jornadas de negociación y búsqueda de apoyos, los sindicatos, todos, también buscan motivos y justificaciones para ese abandono al que se ven abocados. Los unos, que si hay amenazas más o menos veladas sobre los trabajadores. Los otros, que alguna organización promete traslados a sus próximos afiliados. Aquel, que si mengano está regalando "cositas". Y el otro que los demás dan cursitos gratis. Pero hay una cuestión importante, ¿no es cada organización mímamente responsable del casi nulo apoyo que encuentran en estos momentos decisivos ?. ¿ No sería mejor preguntarse: "en qué fallamos" en lugar de buscar culpables entre los vecinos?.

No es lógico buscar siempre la culpabilidad y la responsabilidad en los demás, no es lógico pensar que aprovechándose de los errores del prójimo nos bastará para cumplir con nuestros objetivos. Esta actitud nos perjudica, a todos, nos crea incertidumbre y nos deja un escenario en el que vemos que ningún sindicato es capaz de asumir sus responsabilidades ya que el culpable siempre es el prójimo. Eso, y algo más que eso, favorece esa reacción, el apoyo se pierde, y cada uno piensa que todos son iguales cuando es obvio que no lo son. Y, mientras eso sucede, ellos a lo suyo, que desgraciadamente parece que no es lo nuestro.

Un saludo portillero.