El diario aragonés el Heraldo.es publica el siguiente artículo en referencia a las medidas que se implantarán próximamente en AUZSA (antígua TUZSA) del Grupo Avanza para corregir la "brusquedad en la conducción" de sus empleados:
Una herramienta permitirá a Auzsa medir la brusquedad en la conducción de los autobuses
Se evaluará la fuerza de las frenadas, de las arrancadas y la velocidad en las curvas para tratar de suavizarlas
Es una queja habitual entre los usuarios del autobús urbano. Frenazos,
acelerones, curvas tomadas a demasiada velocidad... La conducción de
estos vehículos depende de muchos condicionantes del día a día del
tráfico de la ciudad, del cumplimiento de unas frecuencias a menudo
ajustadas y, también, de los usos y costumbres de los propios
conductores. Auzsa, empresa concesionaria del transporte público, está desarrollando una herramienta para medir la brusquedad de la conducción y, una vez analizada, tratar de reducirla.
El llamado módulo de eficiencia en la conducción será una especie de
‘caja negra’ de los vehículos, que registrará la intensidad de las
frenadas, la rapidez de los acelerones y la velocidad a la que se entra
en las curvas, entre otros parámetros. Se hará de manera individual en cada vehículo, y los datos se podrán estudiar por líneas y por conductores.
Así, se podrá observar qué rutas van más ‘forzadas’ para cumplir las
frecuencias, y qué trabajadores tienen una conducción más agresiva.
Con estos datos, se podrán estudiar las medidas para corregirlo y
mejorar la comodidad de los usuarios. Además, la empresa también logrará
una explotación más eficiente del servicio, ya que los continuos
frenazos y acelerones hacen que los autobuses consuman más combustible. La herramienta la está desarrollando el Grupo Avanza, al que pertenece Auzsa, y cuando esté lista, dentro de unos meses, se instalará en la capital aragonesa.
Su implantación será posible, entre otras cosas, gracias al nuevo Sistema de Ayuda a la Explotación (SAE).
Se trata de un equipo tecnológico que permite controlar toda la
explotación de la red de autobuses de la ciudad. Desde cuatro puestos de
control, se puede seguir a tiempo real el trayecto de todos los
vehículos, así como comunicarse con los conductores si es necesario.
En las pantallas, los operarios ven dónde está cada autobús y dónde
debería estar. En caso de que la diferencia entre un sitio y otro sea
sensible, se actúa para tratar de minimizar el error. Se puede hacer a través de mensajes de texto o voz a los conductores,
retrasando ligeramente las salidas desde la terminal de la línea para
regular las frecuencias o, en caso extremo, ordenando al autobús que
vaya de vacío (sin pasajeros) hasta el lugar de la línea que le
corresponde para reengancharse.
Además, los propios conductores también pueden autorregularse, ya que
unas nuevas máquinas integran a bordo una pantalla en la que, de manera
gráfica, pueden ver la distancia que tienen con el vehículo que le
precede y con el que le sucede, para saber si lleva un ritmo de marcha
adecuado.
¿Por qué van dos buses juntos?
Con todas estas herramientas, algunos viajeros se preguntan por qué de
vez en cuando se ven dos autobuses de la misma línea circulando pegados,
o por qué hay un tiempo de espera en las paradas superior al que marcan
las frecuencias. Manuel Ramo, gerente de Auzsa,
explica que el sistema "no hace milagros", y que la circulación de
autobuses "está expuesta a muchas incidencias", desde coches en doble
fila y furgonetas descargando hasta reventones de tuberías o
manifestaciones.
Si debido a una incidencia, por pequeña que sea, un autobús pierde uno o
dos semáforos y se retrasa, ya se crea un problema. Al rezagarse, cada
vez tiene más gente esperando en las paradas, por lo que estas son más
largas y la distancia aumenta. Y cuanto más larga es la línea, más se
acentúa el problema. Así, si la frecuencia es de cinco o seis minutos,
no resulta tan difícil que se junten dos autobuses. "Si tuviéramos una
plataforma para nosotros y prioridad semafórica, como el tranvía, el
sistema sí que sería perfecto", apunta Ramo.
Un saludo portillero.
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