Yo también soy de los de Tráfico, ¿ y tú ?

No siempre un incendio se incia con una cerilla o una llama, a veces un simple, constante y enérgico frotamiento puede ocasionar una candela contundente y sonora.

De un comentario salta una chispa, de esa chispa otra, y de esta otra...y otra que da lugar a una traca que se va dispersando como si callejeara bajo las cornisas de un sinuoso callejón. Lo sorprendente de ésta es que no pretende acompañar al silencio de la noche, a la reflexión o al soniquete de los tambores, la traca que montamos nos enmudece, nos sitúa frente a frente, boca frente a boca, dientes frente a dientes, provocando la anulación de la expresión y la sordera por colapso.

Tras unos meses en esto, observando y calentándome la mollera en intentar hacer las cosas bien - a veces sin éxito- he ratificado algo que ya conocía y de lo que ya he hablado en alguna que otra ocasión: la facilidad que tenemos para lanzarnos al cuello de los compañeros. En esto tengo una teoría, que al igual que ha sucedido dentro de algunas organizaciones sindicales, nos es más fácil fastidiar al compañero que luchar contra los jefes. Requiere menos esfuerzo y, para algunos, contiene más satisfacciones porque, si yo soy un tipo desgraciado, ¿ por qué no intentar que cada vez seamos más ?, y así, gratuitamente puedo comportarme como un jefe. De esa triste manera, nos vamos quedando fuera de juego a medida que van pasando los minutos y dejamos de ser un obstáculo para nuestra empresa y un arma para coseguir tanto y tanto como ansiamos.

De los compañeros de Tráfico, sí, para mí compañeros, no tengo quejas, ninguna. Todo lo contrario de sus jefes. Son más o menos activos, más o menos hábiles pero jamás, jamás he tenido problema alguno con ellos. Pienso yo, cuando oculto algunos comentarios, - lo siento, lo siento, lo siento...- cómo se desenvolverían esos compañeros en ese puesto. Esos que critican tanto. Y tambien pienso, de los que critican, que qué dirían si la empresa les propusiera situarse en ese puesto... de privilegio como insinúan ellos. Lo pienso porque quizás yo hubiera aceptado, porque quizás yo hubiera sido tachado de pelota, rastrero e incluso de chulo. Y pienso que muchos también lo aceptarían y comprobarian que no es un plato de gusto estar rodeados de jefes, ser exigido a cada instante, acertar con todo y tener la habilidad de lidiar con el compañero y con el jefe para tratar de hacer las cosas lo mejor posible si perjudicar a nadie.

Que sí, que sí, que "un día mengano me dijo...", " que me dio un coche que...", " que fulano no hace ni el huevo". Pues vale, intentaremos cambiar la cosa, le diremos que se equivocó, porque yo me equivoco. Le diremos que es un "chulito" pero a él en su cara y así nos podrá decir por qué se siente así o por qué contesta de una manera que no nos agrada. Pero de ahí a desear que un compañero se vaya al paro... o que pierda su puesto...Tiene narices la cosa. Y más, muchas más narices tiene dejar de publicar veinte comentarios que insultan y descalifican a compañeros y no leer ninguno, ninguno, que aunque sean igual de censurables, critique a los gestores de esta nuestra bendita empresa.

Seamos serios o, al menos, intentémoslo. Si esto va mal es porque hay media docena de cabezas que no dan más de sí, que viven aisladas pensando que hay cuatrocientos trabajadores que salen cada día a trabajar y no tienen ni idea de lo que hacen. Media docena de cabezas que se basan en cifras para modificar tal o cual horario, pero no son capaces de sacar la cabeza por su ventanilla y preguntar al que lleva venticinco años haciendo la ruta. Y si hay culpables, si hay responsables, son ellos. Y os aseguro que también les tiembla el pulso, ¿ o es que pensáis que son intocables ?.

Un saludo portillero.