Qué bonito era mi Muelle

Qué pronto se deterioran las cosas y cómo cambia el interés inicial de dejar una subestación curiosa, moderna y funcional a convertirse en algo que parece que ya lleva no sé cuántos años funcionando.

Pero eso no es todo, en nuestra empresa se han contagiado de ese desinterés y lo que en un principio era una total disposición a dejar la taquilla como nadie imaginaba ha pasado a... nada. La ventanilla sigue teniendo un hueco considerable situando al acceso de cualquier desalmado todo lo que suponemos y que mejor no contar; los compañeros carecen de interfono que se hace imprescindible dada la cercanía de los vehículos y el contínuo ruido exterior. El cableado de la instalación de puesto de venta sigue en condiciones de provisionalidad como observáis en la foto. Continúan sufriendo cortes de agua en los servicios con el deterioro que ello supone. Y, además, mejor no contar aquí otras lagunas en medidas de seguridad con las recaudaciones y que tendrían una sencilla resolución si alguien se dignara a invertir un puñado de euros, pero claro, mejor dedicarlos a otras cositas más interesantes.

A esas molestias hay que añadir las típicas cositas portilleras que todos sabemos y que han pasado a ser potestad de los taquilleros ya que han desaparecido los controladores. Averías, retrasos, protestas... y es que como no tenían bastante pues les dan algo más para que no se aburran. Y gratis.

Un saludo portillero.