¿ Más miedo ?

No es la primera entrada que publico al respecto, pero es que continúo buceando para encontrar una explicación a lo que aquí ocurre, para encontrar una razón que pueda justificar lo que nos pasa.

Admito, ante todo, mi parte de culpa en este inmovilismo, reconozco que podría hacer más, nunca hace uno lo suficiente sin duda, y puedo llegar a pensar que muchos de los compañeros que se encuentran sin trabajo en estos momentos puedan llegar a reprocharme más interés, más lucha para defender sus puestos de trabajo. Situado ahí, al frente de lo que pudiera ser la parte activa en un enfrentamiento para hacer respetar nuestros derechos, afloran muchas cuestiones que trato de emparejar con sus respuestas. Pero hay algunas que me llaman más la atención, que ocupan más y más tiempo y que me sorprenden, sobre todo, porque hay algo que me hace preguntármelas.

Sindicatos y sindicalistas parten de una posición equivalente a la del resto de los trabajadores para más tarde, en virtud a todos los derechos que les asisten, convertirse en trabajadores privilegiados. Suena mal, ¿ verdad ?, pero es que hay que reconocer que tienen una serie de derechos que les implican privilegios. Inmunidad, horarios laborales, permisos sindicales y algunos más que, aunque no se encuentran escritos en ningún manual, las empresa les van otorgando por gracia divina.

Pero, ¿ y sus obligaciones ?, ¿ a qué está obligado un sindicato ?, ¿ a qué está obligado un sindicalista ?. Me cuesta reconocer que, como dicen algunos, nuestros representantes no se han movido ante los despidos que vamos padeciendo, es más, me consta que pese a lo que muchos manifiestan, hay sindicalistas que se han implicado bastante en algunos casos. Pero hay algo que me llama poderosamente la atención y es que, o les importan muy poco los trabajadores o les importa muy poco lo que pensemos de ellos. Como ejemplo, el sindicato al que estoy afiliado, CC.OO, se decica a enviarme periodiquitos, revistitas, cartitas para decirme que puedo hacerme una ortodoncia ( en Málaga, claro ) a precio de saldo... pero nada, absolutamente nada, en referencia a mi empresa, a los problemas que nos atañen y a los que es posible que nos afecten. Está claro que trato de mantenerme informado y que, en la mayoría de los casos, consigo la información que necesito después de algunas llamadas, pero después de visto lo que veo, y oído lo que oigo, no me canso de preguntarme si no están obligados a mantenernos informados de lo que hacen, y lo que es peor, por qué demonios no lo hacen, o es que no se dan cuenta que favorecen la opinión de que se rascan la barriga mientras muchos se calientan la cabeza en acabar el día lo mejor posible.

La ausencia de información, la ausencia de una obligatoriedad a la hora de aportar la misma, nos lleva por el camino del desinterés y de la apatía, la misma que están mostrando los sindicatos ( el primero, el mío ). Hace algunos días hablaba con un miembro del comité que me replicaba, ante el comentario de que estaban siendo contagiados por el "ritmo" que marca la empresa, que él no se encontraba atado al puesto y que ponía el suyo a disposición de su organización cuando ellos quisieran. Me pareció tristísima su respuesta. Tristísima y decepcionante. Nuestro representante había caído en sus propias garras, su estrategia le había contagiado y había echado raíces en el desinterés perdiendo la pasión que debe de alimentar sus ansias de trabajar por y para los compañeros.

Las labores sindicales son ingratas. No debe esperar uno mucho reconocimiento contínuo y, en muchas ocasiones, se encuentra con personas que mientras que exigen que se les respeten sus derechos, por otro lado los van regalando a la empresa a cambio de una simple palmadita en la espalda. En Portillo no somos menos, pero pienso que los momentos no son de dormirse, ni siquiera de sentarse a ver los toros desde la barrera. Nuestros compañeros deben de ser conscientes que esa falta de información continúa alimentando el fantasma del miedo, y con él perdemos algo más importante, la dignidad. Al respecto, y para finalizar, os dejo una reflexión de Arturo Pérez Reverte, claro y conciso como siempre : "Odio a los cristianos que se han dejado matar en los circos romanos sin pelear. La lucha justifica la existencia del hombre. Un hombre que no lucha no es un hombre. Uno adquiere su dignidad enfrentándose a la enfermedad, al horror, a la soledad, a la estupidez. El hombre tiene la obligación moral de pelear contra todas las cosas negativas con las que la vida le rodea. La vida me ha hecho abandonar muchas cosas salvo el respeto por el valor. Entiendo por valor esa facultad humana de poder decir no, de negarse a rendirse, de luchar hasta el final por las convicciones. Luchar igualmente, sabiendo que en tu fusil ya no quedan cartuchos. La única verdadera virtud es el combate por la dignidad."

Un saludo portillero