También son portilleros

Son ya muchos años, quizás más de los que mi salud pueda aguantar, los que llevo en esta Empresa. Los gestores han cambiado y los que permanecemos en la lucha somos los trabajadores que , en mayor o menor medida, nos implicamos en que todo vaya lo mejor posible.

En los días en que yo comencé. y ha sido una constante el resto de los años, había una especial dedicación por parte de algunos en una cosa fundamental, el compañerismo. He tenido, y sigo teniendo, discrepancias más o menos serias con algunos de los que compartían el día a día conmigo. He tenido discusiones y risas, penas y alegrías. Pero siempre y ante todo, me han mostrado que todo pasaba a un segundo plano cuando había que echar una mano a un compañero.

Me gustaría recordarlos a ellos, a los que ya no están.A los que recuerdo y a los que vosotros recordáis. A los que después de un día jodido, siempre tenían lugar para una sonrisa o para contar una anécdota. Para sacar lo positivo de un día de trabajo, en definitiva.

Recuerdo a Diego Infantes, inmenso compañero. A Manolo Hoyos, el Marqués, y rey de la elegancia dentro y fuera de la Empresa. A Nicolás Vivar, siempre con una sonrisa en los labios. A Paco Orejuela, contando los días que quedaban para su ansiada jubilación y que poco le duró. A Pepe Narváez, siempre dispuesto a todo y para todos. Y a Eduardo Almagro, que supo enseñarme cómo vivir una vida de la manera más alegre posible.

Los recuerdo a todos ellos, y maldigo a mi memoria por olvidarme de alguno más que también dejó su grano. Intentando que esta empresa no sea una empresa de jefes sino de compañeros, para que después de todo, nos podamos tomar un café lentamente, y contando batallas.

Un recuerdo a ellos, a todos. Los que nombro y no nombro. Y un fuerte beso a sus familias.

Un saludo portillero