viernes, 2 de marzo de 2012

De autores, cómplices y vigilantes.

Un amigo me envía esta fábula que no se aleja mucho de nuestro diario quehacer portillero.

En un frondoso y bonito bosque donde el trato entre los animales era lo más parecido al de una armoniosa y gran familia humana, vivía una feliz pareja compuesta por papá Gallo, mamá Gallina y un larga lista de preocupaciones por la seguridad de sus cincuenta polluelos. Tal era el interés por la seguridad de los críos que los responsables padres decidieron contratar a unos castores con el fin de que les construyeran un gran cercado en cuyo interior vivir seguros contra todo tipo incidencias e intrusos, no obstante y no satisfecho con ello, papá Gallo contrató los servicios de vigilancia de un búho real, para que desde las alturas y las veinticuatro horas del día, tuviera sus polluelos vigilados.

Acordado y hecho. Pero fue tal el afán que pusieron los castores que hicieron hermético el recinto, quedando atrapados dentro, así que para salir construyeron un túnel con salida al exterior, de tal manera que se mantenía que la familia hiciese su vida tranquila e independiente del resto de los animales y no se olvidaba la vigilancia con su amigo el búho real.

Un día, un polluelo juguetón descubrió la salida exterior del túnel. No paraba de asomarse con curiosidad y el búho celoso de su misión, al verlo, le advirtió: " Si entras, te esperaré en la otra boca del túnel y te daré un buen revolcón. Advertido quedas ". El polluelo pronto olvidó las advertencias, y su osadía pudo más que su miedo al búho, así que entró hasta el fondo del oscuro pasadizo. Al otro lado estaba el búho fiel , que orgulloso de su misión decidió propinarle un escarmiento ejemplar. Lo cogió, zarandeó repetidamente y lo entregó para finalizar a papá Gallo como muestra de la eficaz vigilancia ejercida. Mientras tanto, el pequeño lamentaba su osadía y reconocía haber sido advertido por el búho admitiendo su desobediencia e inconsciencia.

Recapacitó el gallo, avezado y curtido por los años y su experiencia, y no tardó mucho en dictar sentencia: Al búho, lo despidió, y al intrépido polluelo lo invitó a salir por donde había entrado, con la orden de que, tan pronto saliese al exterior, tapara la salida para siempre. La señora Gallina, asombrada, no tardó en preguntar a su marido: " ¿ Por qué has despedido nuestro celoso vigilante ? ", a lo que respondió el señor Gallo: " Porque sabiendo la existencia del túnel no puso medios para evitar que hubiesen escapado por allí todos los polluelos ".

MORALEJA: Te preocupa tanto el presente que no te das cuenta que el futuro te dará en las narices.

Un saludo portillero.


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