Hola Mariola

Paredes cargadas de historia y de secretos. Vitrinas que fueron testigos de las idas y venidas de botellas y más botellas , desde el arcaico ponche hasta el más clasista Cardhu. Modestos cubitos de hielo, miles y miles de cafés combinados con los más extraños aditivos. Cervezas, vinos, copitas que iban y venían como invitando a distraer días y días de monotonía.

Ahí, entre sus paredes, se apalabraron y celebraron convenios. Se discutieron más conflictos que en los Juzgados de Málaga. Se firmaron cientos y cientos de acuerdos y se llegó en más de una ocasión a las manos dentro o fuera de sus dominios.

Muchos fueron sus pretendientes y algunos continúan con sus escarceos a la búsqueda de una sonrisa o de un guiño que les hagan recordar mejores tiempos. No son pocos los portilleros que siguen ocupando sus taburetes, desgastados de tanto y tanto manoseo, pero ello no es inconveniente, en el Mariola un portillero siempre es bien recibido.

Ahora, desde la distancia, el Mariola nos sigue acompañando. Parece invitarnos a seguir disfrutando de tantas tertulias. Nos sonríe, y quiere seguir siendo cómplice de nuestra historia , porque ahora las cafeteras portátiles le hacen la competencia. Pero el Mariola siempre estará allí, firmaremos lo que sea y todos pensarán en una celebración, un homenaje en buena compañía, un cafelito o un whiskicito. Y allí, oír, ver y callar.

Hasta luego Mariola, un saludo portillero.